Mujeres místicas.

El poder que tiene la mujer es enorme, aunque algunas duden de la fuerza y la magia que llevan dentro. Durante siglos, la mujer se ha enfrentado al sometimiento y la creencia de que es el sexo débil (si lo vemos desde un punto de vista físico), pero cuenta con un arma muy poderosa que contrarresta esa desventaja: El sexto sentido, la famosa intuición, esa percepción extrasensorial que nos alerta del peligro, nos ayuda a tomar decisiones y es nuestra mejor consejera, es una brújula que guía nuestros pasos y, claro, me gusta pensar en ese sexto sentido como una especie de magia con la que se puede lograr todo lo que te propongas. La palabra mística viene de la voz griega mystikós, en la antigüedad era aquél que figuraba entre los que eran admitidos en los antiguos misterios y que practicaban el misticismo: El estado de la persona que se dedica a Dios y las cosas espirituales. También es conocida como lo que incluye misterio o razón oculta. Desde tiempos ancestrales, las mujeres místicas eran mujeres sabias que mantenían una conexión especial y constante con la madre naturaleza, escuchaban sus mensajes con el alma, prestaban atención a los ciclos lunares y observaban plantas y animales para aprender de ellos y obtener un beneficio: Desde curar a un enfermo hasta elevar la energía de las personas. Como todo en la vida tiene dos polos: Negativo y positivo, hay que admitir que no todas las mujeres místicas buscaban contrarrestar la negatividad, por lo que se tergiversó el término de mística sabia por bruja, maga o hechicera. La magia, según el Glosario Teosófico de H.P. Blavastky, es la ciencia de comunicarse con potencias supremas y supramundanas y dirigirlas. Es sabiduría; la ciencia y el arte de utilizar conscientemente poderes invisibles (espirituales) para producir efectos visibles. La voluntad, el amor y la imaginación son poderes mágicos, que todos poseen y aquél que sabe la manera de desarrollarlos y servirse de ellos de un modo consciente y eficaz es un mago. La hechicería no es magia, se halla con ésta en la misma relación que las tinieblas con la luz. La hechicería trata de las fuerzas del alma animal; la magia trata del poder supremo del espíritu. En El libro de la mujer, Osho menciona que: “Lo primero que hay que tener claro es que fue el cristianismo el que condenó la palabra bruja, por lo demás, era una de las palabras más respetadas, tan respetadas como místico, un hombre sabio. Significaba simplemente una mujer sabia, el paralelo de hombre sabio, pero en la Edad Media el cristianismo se vio enfrentado a un peligro. Había miles de mujeres que eran mucho más sabias que los obispos, los cardenales y el Papa. Conocían el arte de trasformar la vida de las personas”. Norma Blázquez Graf, en su libro El retorno de las brujas, explica que bruja fue un concepto creado en Europa por las élites cultas del siglo XIV al XVII, mediante la transformación del concepto de hechicera. En una entrevista para el periódico La Jornada, Blázquez menciona que en realidad las brujas eran mujeres que practicaban diversos oficios, como parteras, alquimistas, perfumistas, nodrizas o cocineras que tenían conocimientos en campos como la anatomía, la botánica, la sexualidad, el amor o la reproducción, y que prestaban un importante servicio a la comunidad. Conocían mucho de plantas, animales y minerales, y creaban recetas para curar, lo cual fue interpretado por los grupos dominantes del medievo como un poder del diablo. Y esas mujeres representaban una amenaza para el modelo social masculino. Toda mujer lleva dentro de sí una sabiduría nata que la dota de gran fuerza, que la ayuda a crear magia en todo lo que hace. Cuando pienso en una mujer mística, pienso en mi madre y en todas las madres buenas que han transmitido amor. En esas mujeres que practican la alquimia con sus palabras y acciones, y que también echan mano de su sexto sentido para sí y para guiar a los que la rodean. En aquéllas que tienen distintos dones y los emplean para ser mejores, con el fin de contribuir a su crecimiento como ser humano. Todas las mujeres llevamos una mujer mística dentro, algunas la han olvidado por diversas razones, sin embargo, nunca es tarde para regresar a ella, para escuchar la sabiduría ancestral que se anida en nuestra alma y nos sirve de guía en este viaje terrenal.

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