Último día del año.

Hoy, es mi último día con 33 años. Y como siempre, me gusta hacer recuento y agradecer las enseñanzas. Fue un año de aprendizaje, donde tomé decisiones para cambiar mi rumbo, enfocada en alcanzar mi objetivo: Escribir. Experimenté cambios, pérdidas, términos y renuncias. Mi marido, mis dos perros y yo, nos mudamos de nuevo al rancho y con eso la paz, la tranquilidad y una energía renovadora y positiva nos ha cargado (todo vuelve a estar en su lugar, a su debido tiempo y espacio). Concluí con el guión de cine de mi novela Expediente 93, renuncié a mi trabajo, visité Chiapas, finalicé mi cuarta novela Vida Arrabalera. Aprendí de mis errores, crecí espiritualmente, me desprendí de cosas materiales. La muerte llegó por mi abuela y la familia experimentó el trance doloroso del desapego físico, sin embargo, soy creyente de que el espíritu sigue. Llegaron a mí, la invitación para colaborar en la revista Coma Suspensivos y un nuevo proyecto de escritura con el que pretendo iniciar muy pronto. Mis 33 años estuvieron llenos de revelaciones y mensajes angelicales que me dieron la fuerza para continuar, contar con la confianza de que el sendero que camino se abre, que vendrán situaciones maravillosas. Sin duda fue un año fundamental, pues definí con mayor fuerza mi carácter y me perdoné por las malas decisiones tomadas en el pasado. De eso se trata, de superar los errores, luchar por las metas y sueños, hacer lo que nos gusta y nos eleve al mayor estado de todos, la felicidad; sin ella no podemos darnos a los demás y ser un instrumento de amor.

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