El miedo.

Les dejo mi tercera entrega para la revista Coma Suspensivos, www.comasuspensivos.com.mx El año pasado, estando en una feria del libro en Ensenada, encontré un ejemplar de La Viuda, novela de la gran escritora María Luisa Puga. La portada llamó mi atención: una mujer mayor, robusta, sentada, recargada sobre varios cojines y sosteniendo entre sus manos hojas blancas… me miraba expectante. Tomé el libro y quedé atrapada desde las primeras líneas. “Me da miedo, pero sí hay que aprender a decir no. Miedo porque nunca lo había hecho. No tengo la costumbre. No creía que se pudiera. Y no importa que mi situación en este momento se deba a un no, precisamente. No me quise venir en avión. No quise que me trajeran mis hijos en coche ni que Pina mandara por mí. No. Escogí el tren. Pensando en las películas, lo más probable. En viajes que hice de joven a Guadalajara. Cómo iba a saber que ya no era lo mismo. Pero qué tonta, pues ya nada es lo mismo, cómo no se me ocurrió. Ni Acapulco, ni la Ciudad de México, y Pátzcuaro seguramente tampoco. Han pasado cincuenta años ( desde que me casé…)” María Luisa Puga narra de manera sencilla, fluida y precisa la historia de Verónica, una mujer que no sabe cómo manejar su libertad luego de la muerte de su marido, ya que, durante cincuenta años ha estado dedicada a su familia, pasando por alto sus deseos. Aparte de asimilar la soledad, le llega el momento de tomar sus propias decisiones. Durante ese proceso, descubre una travesía hacia su interior, afrontando sus miedos. ¿Qué puede esperar de la vida una mujer que nunca ha decidido sola? ¿Qué proyecto personal puede trazarse quien nunca ha vivido por cuenta propia? Al terminar de leerla, me quedé pensando en el miedo. En cómo nosotros mismos somos el gran saboteador, los únicos que provocamos esa parálisis o detrimento, nadie más. El miedo es un patrón de conducta, aprendido desde la infancia, podría decirse heredado. Miedo a la muerte, miedo a perder la seguridad económica, miedo a perder el amor de una pareja, miedo a correr riesgos, miedo al cambio, inclusive miedo al qué dirán. Es la sombra que persigue al ser humano, que lo estanca. En La etología del miedo, Osho comenta que “El miedo sólo existe en el mecanismo de la mente. Y la mente no es otra cosa que el conjunto de los condicionamientos recibidos de otros. Siempre que te encuentres con algo nuevo tu mente te dice: —Espera, esto es muy extraño; es algo que no habías hecho nunca antes. No hagas nada que no hayas hecho antes; no lo hagas, es arriesgado. ¿Quién sabe cuál será el resultado?—. La mente es siempre ortodoxa porque vive a través de programas. Ella quiere que sólo hagas aquello que ya has hecho, porque en eso eres bueno, eficiente. Es más seguro, ya sabes hacerlo ” Si nos hacemos conscientes de cuáles son nuestro temores, podremos analizarlos y enfrentarlos desde una perspectiva más objetiva. Sabemos que el miedo no se puede eliminar, pues es una energía que existe, que está, pero con el hecho de comprenderla la podemos transformar, inclusive aplicar soluciones. Estamos conscientes que no podemos crecer con miedo ni desde el miedo, ya que el mundo, la vida misma, es evolución y el ser humano debe adaptarse a los cambios, crecer con ellos. Abordar el tema del miedo es muy complejo, está relacionado con los apegos, con el pasado, con el deseo, con la madurez, con el perdón, con muchas circunstancias a las que nos enfrentamos a diario. No pretendo sonar ingenua ante este tema, tampoco impertérrita, tan sólo es la reflexión que el libro de la gran escritora Puga me dejó; una invitación a la introspección, a la recapitulación de los temores y planteamientos a futuro, de lo que me ancla, lo que me invita a volar, lo que sé debo dejar atrás o perseguir. Tú, ¿a qué le tienes miedo? Nota: Comparto este pensamiento de Doreen Virtue, el cual me pareció interesante, y como soy creyente de que la mete atrae lo que deseamos, quizá haya alguien que lo quiera repetir. “Libero mis miedos antiguos, porque ellos nunca fueron parte de mi verdadero ser. Soy fuerte ahora y siempre, poseo mi poder con amor y gracia, avivado con pensamientos bondadosos, emociones positivas y fe total”

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